Mi vida empezó a mejorar cuando acepté que no podía cambiar la realidad

Cuando me despidieron como consecuencia de la pandemia, el mundo se me vino abajo.  Durante casi 3 años vi mis ingresos reducirse hasta en un 85% en los trabajos temporales que tuve.    Me gobernaban la ira, la conmiseración y la envidia de quienes no se habían visto económicamente afectados por el COVID.  Renegaba de mi mala suerte, deseando que volviera ese tiempo en que mi situación económica me permitía vivir cómodamente.

Sin embargo; desear que las cosas fueran diferentes, estuvo muy lejos de mejorar mi realidad. Antes bien me sentía sumida en la depresión y la amargura.  

Gracias a las herramientas que me dio Al anon, admití por fin que el mundo al que yo había estado acostumbrada había cambiado. Las cosas simplemente eran como eran, ya fuera que me gustaran o no.    

Tomando cierta distancia de mi problema, reconocí que en tres años no había muerto de hambre ni me había ido a vivir bajo un puente.   Entendí entonces que mi vida podía mejorar si cambiaba mi manera negativa de ver las cosas.   Empecé por enfocarme en aquello que sí tenía:  un lugar donde vivir, alimentos y una linda familia.

Agradecí cada día por aquellas bendiciones que había dado por sentadas y no tardé en darme cuenta que el buen humor volvía a llenar mis días, y el enojo y la envidia empezaban a desvanecerse.  

Mis circunstancias no habían cambiado, pero mi vida había mejorado considerablemente.