Mi psicóloga me contó sobre Al-Anon. Al principio sentí rechazo pues significaba escarbar en mi triste pasado siendo hija de un alcohólico. Una niñez llena de angustia, violencia y abandono.
Permanecí años atada a lo que mi voluntad dictara. Al llevar solita las riendas de mi existir, se hacía en mi vida y en la de los demás lo que yo quería. Coseché amargura, tristeza, resentimiento y perdida de paz. Numerosas crisis en mi caminar revelaron que algo no estaba bien.
A mis 27 años caí en una severa depresión ansiosa y en el hogar que había formado de adulta no había harmonía. Era evidente que mi vida era ingobernable. La dolorosa depresión me regaló mucho tiempo de oración reflexión y comprensión.
Había sido necesario sentirme miserablemente deprimida para ser mansa y humilde y así poder ver que llevaba las riendas del egoísmo, la soberbia, el orgullo y de la vanidad. Me arrastré hacia la primera reunión Al-anon. Desde entonces, ir es mi prioridad. El programa me ha traído herramientas de vida.
Una vez compartí sobre el lema “Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”
Esas 7 palabras resumían mi vida: llevaba una vida ingobernable y Dios me ayudaría.
Aferrándome a ellas y con miedo le presenté las riendas de mi vida a Dios. Un día Jesús se me apareció. Resplandeciente , dulce, amoroso, fiel, era mi nuevo papá. Sigue siendo difícil dejar que Dios haga Su voluntad en mí pero El me dará plenitud, paz y gozo.